viernes, 4 de mayo de 2012

CINEMA CAP DE SETMANA



DIEZ RAZONES PARA IR AL FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE AUTOR DE BARCELONA  ( per la Vanguardia.com ,cine )

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Lo saben en la China y también en Alcorcón: hoy comienza el D’A 2012. Te haces con el programa de mano (¿todavía no lo tienes?), subrayas lo que quieres ver, llamas a los de siempre, escuchas las excusas habituales. Y sin embargo sigues queriendo ir, porque tú eres así de cabez… así de perseverante, de decidido. ¿Necesitas un último empujoncito, que alguien te dé una razón para no quedarte hecho un ovillo en el sofá de casa escuchando los audio comentarios de Jack y su gemela? Pues aquí van diez.




1.- Para triunfar en el curro al día siguiente. Imagínatelo. Entras en la oficina más perjudicado que el Hank Moody de Californication y te dejas caer en tu cubículo, infierno de post-it, catálogos y fotocopias con la palabra ‘urgente’ subrayada. Ella te mira. “Oye, menuda cara haces hoy… ¿todo bien?”. Se te ocurren muchas contestaciones posibles, pero decides contar la verdad. Te levantas, caminas parsimoniosamente hasta la pared del fondo, ensayando la más seductora de tus miradas (no, la acero azul no cuenta). Y mientras introduces los cuarenta céntimos de rigor en la máquina de café, lo dejas caer, como si no fuese contigo: “Ayer vi una película coreana subtitulada”. Silencio. Todo ocurre a cámara lenta, como si acabase de descubrir la verdadera identidad de Keyser Söze en Sospechosos habituales: su bolígrafo dando volteretas en el aire, su boca fruncida en una mueca deformante, la gota de sudor frío resbalando por su blusa entreabierta y la seguridad, por fin, de que… de que jamás volverás a tener la más mínima oportunidad con Clara. Mierda.


2.- Para demostrarle a tu primo peripuesto y lletraferit que puedes ser más cool que el Ryan Gosling de Drive. Sí, a él, que colecciona las separatas de cultura de cuatro diarios diferentes. El mismo que te recomendó aquella exposición del MACBA, la de las fotos de niños orinando en contrapicado. El que carraspea dos veces seguidas cuando le dices que tu película favorita es Doce del patíbulo. Se acabó: la venganza es tuya. “Oye, Mario, por cierto… hay una película que no sé si habrás visto…” “¿Cuál, Crepúsculo?” Sonríe, bastardo, sonríe.


3.- Porque se conoce a gente tope interesante en las colas del D’A y de paso te pones al día en tendencias urbanas. No, tío, el macuto con lo de Montreal 76 ya no mola. Y los cascos para escuchar música tienen que ser blancos so pena de destierro. Ah, la camiseta con el Eastwood de Harry el sucio sujetando el pistoloncio está más vista que un marciano en una ‘peli’ del Spielberg. Dress code: casual (uséase, informal pero ‘arreglao’), como si no te hubieses tirado una hora recortándote la perilla. Camiseta Sheldon Cooper o Abed Nadir. Complementos a juego. Al salir de la ‘peli’, en lugar de decir que te ha gustado, tienes que asegurar que el director X “lo peta”, que esa te pareció un hype, la otra un must y… y eso que suena… es un what’s up de tu madre, que a ver a qué hora llegas a cenar, corazón.


4.- Porque sigues indignado y este el único cine donde al menos podrás votar al acabar la película. No te estoy vacilando: a la entrada recibirás una papeleta, ejerciendo tu legítimo derecho al éxtasis o a la pataleta. Y eso es lo más cerca que vas a estar de la democracia real en años, hermano.


5.- Porque los capítulos subtitulados de la segunda temporada de Juego de tronos los suben los martes. Entre tanto, tienes una vida. Y se acerca el verano, no el invierno. ¡Pesao!


6.- Porque se puede retozar con tu pareja con total discreción. La peña está tan absorta con lo que están viendo en la puñetera pantalla que podéis utilizar la fila de los mancos para repasar todo el Kamasutra. Eso sí, tomad precauciones y leed antes el argumento de la peli, no vaya a ser una muda rollo The artist. Las francesas vienen muy musicadas y en las asiáticas siempre hay tiroteos en ese dolby surround que todo lo enmascara.


7.- Para poder tener apasionantes debates (“no, la mala era la hermana del niño”, “¿pero esa no es a la que matan al salir del super?”, “que no, tío, que esa era su profesora”, “¡dita sea, si es que todos se parecen!”) con gente que no conoces en absoluto. Forjar amistades de por vida con arranques como el que sigue: “oye, he ‘flipao’ en colores con la turca. ¿A ti que te ha parecido?” “Basura. ¿Quieres un bacon-queso o alguna otra cosa de jalar?”


8.- Ir al D’A se considera alternativo. Lo más, vaya. Sólo lleva dos ediciones así que todavía no es tendencia (ya sabes, esas cosas que hace la masa informe: ir al Ikea, ver partidos de fútbol, tener un modelo de iPhone de hace siete meses, leer libros de los que recomienda el FNAC… o sea, peña supertriste). Pero ya sabemos como son estas cosas, darling… ¿durante cuánto tiempo se considerará in? ¿Cuánto tardará algún columnista de referencia en marcarse un artículo diciendo que “el cine de autor es una reminiscencia espuria del tardofranquismo que debe de ser reemplazado por el goce desprejuiciado que proporcionan productos como ‘Mercenarios 2’, con un Chuck Norris pletórico y del que tanto debería de aprender el advenedizo de Michael Fassbender”? Piénsalo. Aún estás a tiempo. Ven y cuéntalo.


9.- Ir al D’A es ecológico. Sí, amigos, el argumento definitivo. No os lo esperabais, ¿eh? Hagamos cuentas. Sales de casa y te desplazas a pata, en bicing, en transporte público o qué se yo, le gorroneas coche a un colega. Un coste energético despreciable. Si te hubieras quedado en casa malgastando los recursos hidroeléctricos del país: 200 W por hora con esa tele de plasma que nunca debiste comprar, 500 W del microondas para descongelarte el plato, 1200 W de esa lavadora que acabas haciendo creyendo que mañana hará buen día, 40 W de esa luz del baño que siempre te dejas encendida. Los números cantan. Involúcrate y salva al planeta: venir al D’A evita la deforestación del Amazonas.


10.- Y porque si vienes te darás cuenta de que hay esperanza, hombre. Que no somos tan pocos, que hay gente igual de rara que tú en todas y cada de las aceras de esta ciudad. De esos que todavía ven películas subtituladas en pantalla grande. Y no les importa ir al cine solos. Y sienten ese cosquilleo cada vez que se apagan las luces. Y aguardan siempre el milagro, ese relámpago en el agua que les haga abandonar la sala levitando y con la sensación de que, después de todo… el día ha merecido la pena.




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